Por José Carlos Purizaca. En realidad es todo un gusto compartir con ustedes estas reflexiones y artículos por Internet. Y es que esta herramienta o red de redes, nos ha cambiado la vida, ya que las conductas de la ciudadanía ha encontrado un fuerte eco en el mundo virtual, veamos como ahora utilizamos un nuevo vocabulario en el que incluimos palabras como blog, chat, e-mail, Messenger, etc. De seguro que dentro de poco hablaremos más de la responsabilidad social en el e-commerce.
Y es que este conjunto de actividades, como la información que trasladamos por la red, merecen ser protegidas debidamente, sobretodo porque en muchos casos concierne al derecho a la intimidad de personas que confían en un servicio que se da en un marco de una relación de consumo, y por otro lado también tenemos a la parte proveedora que debe actuar responsablemente al respecto, sin utilizar tal información sin consentimiento y control de la parte titular de la información.
La intimidad, en realidad viene tratándose en diferentes ámbitos, que por ejemplo va desde las finales del siglo XIX cuando en la Universidad de Harvard se hablaba de la protección legal de los datos personales, hasta los artículos de Blog Responsable, donde recuerdo que llamo mi atención un título que refería “En la era de Internet, la privacidad debería ser un derecho humano”, cuya autoría es de la coordinación de este blog, que estando en Barcelona nos brindaba virtualmente sus opiniones hacía todo mundo por la red.
Seamos cual fuere nuestro origen, considero que los datos de las personas tienen estrecha relación con su dignidad, y todo lo que ello corresponde, por lo que considero que en nuestras relaciones informáticas, también podemos enfatizar nuestra tarea de stakeholders, comenzando por conocer nuestros derechos como internautas.
Le comento como ejemplo, que cuando comenzaba a investigar este tema sobre mi Tesis de Maestría en Derecho Civil y Comercial que trató sobre la Seguridad Jurídica del Derecho a la intimidad en los servicios informáticos, en el Perú, solo un 4.6% utilizaban la red, y hoy luego de tal sustentación ya es el 30% de la ciudadanía de mi país.
Por ello, estoy de acuerdo con la idea de que en la era del Internet, la intimidad se debe proteger como un pleno derecho humano, tanto por la parte empresarial, los estados, y la cabalidad de la ciudadanía que vivimos en el mundo, de nosotros también depende, lo que también puede trasladarse al ámbito de la responsabilidad social.
Estas reflexiones surgieron de algunas ideas que esbozamos hace unos días con un buen amigo, quien comentaba que se puede aplicar una interesante labor de responsabilidad social de las empresas prestadoras de servicios informáticos, que quizá pueda comenzar con iniciar una campaña de alfabetización digital, reduciendo la brecha que en evidencia existe al respecto, lo que al final de cuentas podrá contribuir a una confianza de la parte consumidora en el uso de internet.
Que tengan una buena semana, saludos y me parece interesante que sigamos participando en la encuesta del blog, que ahora justo trata de nuestros derechos como internautas.
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Intimidad en los servicios informáticos
Legalidad como mínimo social responsable
Por José Carlos Purizaca. Hace unos días estuvimos intercambiando pareceres con algunas amistades, sobre las aseveraciones que referían que bastaba con cumplir con las leyes para considerarse socialmente responsables.
Una pregunta motivó toda esta conversación, que me hizo recordar algunos ejemplos que presencié en el Perú: Hace unos pocos años, se vendía panes con bromato de potasio, lo que según los especialistas presentaba riesgos para la salud de las personas, como era la posibilidad de efectos cancerígenos, por lo que luego de una eficaz y veloz campaña que realizamos, se logró prohibir en el Perú, mediante una Ley que expidió en Congreso de la República; hasta ahí pensamos que había terminado nuestra misión y que estaba solucionado el problema, y en realidad asumimos que las compañías que lo vendían habían entendido la finalidad de tal campaña en pro de su clientela. Sin embargo, grande fue nuestra sorpresa, cuando al reunirnos con varias entidades del estado y entidades privadas para confeccionar el proyecto de reglamento de dicha ley, algunos importantes representantes de las compañías fabricantes de productos de panificación, nos comenzaron a explicar, que si bien se había prohibido pues era cancerígeno, lo cierto es que lo tenían en su stock y como argumentaban que no debían perjudicarse económicamente, pretendían comercializarlo a otros países donde no este prohibido., ¿Que opinan?, lo legal no implica necesariamente ser socialmente responsable.
Incluso, les comento otro ejemplo, que sucedió hace dos semanas en una reunión en Lima: Una persona representante de una empresa de cigarrillos, reconocían cierto comportamiento de su empresa en otros países, al que calificaba de responsable socialmente, pero defendía la tesis de que mientras la ley peruana no lo prohíba no planeaban algo al respecto en el Perú.
Es por ello que en realidad en la práctica diaria, aun mantenemos ciertas incoherencias que debemos pulir, diferencias abismales que van del discurso al hecho; por eso, concluyo en esta reflexión que el que existan algunas practicas responsables por una empresa no implica “per se” que la empresa sea totalmente responsable con la sociedad. Mucho menos si estas prácticas se dan en algunos espacios y momentos específicos. Como dicen por ahí, del dicho al hecho, hay mucho trecho. Saludos, y buen fin de semana.
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Mi ambiente, mi hogar
Por José Carlos Purizaca. Hace unas semanas estuve en una reunión entre la sociedad civil europea y la latinoamericana donde previa a la reunión presidencial en que en estas fechas se viene realizando en Lima, se discutían entre otros temas el del Cambio Climático, encontrando un buen reflejo en quienes asistieron sobre lo importante y necesario de participación activa de la sociedad civil y gobiernos en este tema que afecta a la población mundial.
Por allí, no faltaba alguna opinión que decía que restaba importancia al evidente cambio climático, y todavía se debía esperar mas tiempo para tomar medidas.
Esto me puso a reflexionar, recordando frases de hace unos cincuenta años que decían “fumar no mata”, o las de hace cuarenta años, que decían que el “asbesto no era dañino”, al menos eso manifestaban muchas personas.
Ahora pasado ya ocho años del nuevo siglo, sabemos con convicción que fumar no solo mata, o es sumamente perjudicial para la salud de quien fuma, sino que también hace daño a todas las personas de su entorno, padres, cónyuges, hijos o hijas; así como sabemos ahora que el asbesto, utilizado en la fricción de vehículos, industria textil, empaquetaduras, aislantes hídricos de muros, techos, etc, causa asbestosis, mesotelioma, cancer al pulmón, entre otras graves enfermedades con un periodo de latencia prolongado (30 años aproximadamente), por lo que incluso muchos países europeos han tomado medidas al respecto, claro que en varios de Latinoamérica aun no se ha medido tal impacto y no existe normatividad al respecto por diferentes factores.
Es por ello que considero que es hora de actuar de manera socialmente responsable con el ambiente en el cual vivimos, amar la naturaleza, no solo por la naturaleza misma, sino porque es en ella donde vivimos, nos desarrollamos y actuamos; es como nuestro enorme hogar, por lo que nos corresponde respetar vivamente al medio ambiente, humanizar su trascendencia al plano de vida que tiene, vida para la población presente y futura. Corresponde pues enseñar a nuestros hijos e hijas cosas tan simples como cerrar el caño, apagar la luz cuando no la utilizamos, separar la basura si es orgánica o no orgánica, etc, es decir autorespetarnos más, mediante un consumo más responsable y adecuado para tener limpia y sana la casita donde vivimos, la casita donde varios millones también comparten los quehaceres del hogar y nos corresponde entender bien nuestras funciones, derechos y deberes para no dejar solo escombros de este hogar a las futuras generaciones, dejarles un legado de vida.
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Mi obligación de reclamar
Por José Carlos Purizaca. En el movimiento de consumidores y consumidoras, siempre hemos venido defendiendo e impulsando el derecho a reclamar, lo cual es muy válido y en muchos de nuestros países necesita impulsarse aun más; sobretodo porque el reclamo no es necesariamente algo malo, sino que puede ser como un enorme regalito con su listón rojo.
Un regalito, que no sólo me sirve para buscar justicia, sino que le permite a la parte proveedora del producto o servicio la oportunidad de mejorar para que haga un mejor papel en el mercado, y a la vez ayuda al estado en su labor de vigilancia de que todo vaya en orden.
Cuando adquirimos un bien o un servicio lo hacemos para satisfacer una necesidad. Con nuestro dinero estamos pagando el valor de dicha prestación, es por ello que debemos exigir que se nos brinde un bien de la calidad esperada. Si no estuviéramos a gusto pues debemos reclamar, pues si no lo hacemos estamos demostrando nuestra conformidad y no le damos ningún mensaje de descontento a quien vende, es decir, no le ayudamos a mejorar y a prevenir malas prácticas contra otras personas que consumen. Si no reclamamos la parte proveedora no se dará cuenta de que lo que vende no satisface a su clientela.
Cuando reclamamos le damos la oportunidad a la parte que vende de corregir los errores o fallas en su producto o servicio, y si lo hace estos serán mejores y, por tanto, más competitiva en el mercado. A la vez, cuando la parte que vende atiende un reclamo, está consiguiendo que les seamos fieles como clientela y, cuando no lo hacen, simplemente nos alejamos de su establecimiento y no les volvemos a comprar.
Por eso, es que cuando en justicia organizamos nuestras palabras para defender nuestro derecho, no sólo estaríamos actuando a nuestro favor, sino además estamos dando avisos al mercado sobre sus fallas, lo que al final de cuentas es un aporte que no debiéramos escatimar o guardar en nuestro bolsillo, sino actuar con generosidad y aplicarlo cuando corresponda.
Finalmente, les recomiendo que esta semana sería interesante ponernos a reflexionar, cosas comunes que suceden en nuestra cotidianeidad, sobre si las cosas que reclamamos, sólo nos benefician, o en realidad el reclamo esta jugando su doble papel de “derecho-obligación”. Hasta la próxima.
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Consumiendo con responsabilidad
Por José Carlos Purizaca. Consumir es algo más que solo adquirir productos o servicios, ya que también puede constituir una herramienta para el cambio social, y es que como ciudadanos contamos con un mecanismo de participación, que es aquel acto que realizamos voluntaria o involuntariamente en cada momento de nuestras vidas, desde que nos despertamos, tomamos desayuno, nos movilizamos a nuestro trabajo o estudio, o incluso cuando vamos a dormir. Todos estos actos pertenecen a nuestro propio consumo.
Nuestro consumo nos permite muchas oportunidades para comenzar a actuar, pero para ello es importante que nos detengamos a reflexionar de algunas situaciones que se han vuelto cotidianas, como cuando simplemente salimos a caminar, a veces parece que necesariamente “debemos” comprar algo, y consentimos en propiciar un viajecito a las tiendas por departamento o al market, sin evaluar el impacto de nuestro consumo.
Considero que ante los impactos del consumismo tenemos la oportunidad de no quedarnos con los brazos cruzados, y organizarnos para incidir en las soluciones de esta problemática que a veces sobre influye en la tranquilidad familiar y general de nuestra población. En realidad los consumidores, o sea todos nosotros, tenemos potencialidades enormes, cuando nos organizamos, es por ello que podemos incidir en el comportamiento de las empresas en el mercado basándonos en nuestro poder de consumo.
La idea es que con nuestro consumo mandemos el mensaje de premio al proveedor que mejor se comporta y evitemos contar con aquel que es irresponsable socialmente con su entorno, de esa manera le decimos a este ultimo “mejora para que te tenga confianza”, lo que ayudara finalmente a este proveedor pues le hará mas competitivo, a los consumidores y al mismo estado en su labor publica en el mercado.
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