Por José Carlos Purizaca. La fe mueve montañas, y nos permite la consecución de logros, claro que unida a esfuerzo, trabajo, herramientas, capacidad y mucha dosis de voluntad y buen ánimo.
Muchas veces vemos en el mercado, ocasiones en que se incumplen obligaciones y se omiten derechos, y lo lamentable es que mucha gente ya lo ve como “normal” o “parte de”. Hace ocho años aproximadamente que me dedico en las aulas y en los tribunales peruanos al Derecho del Consumidor y la Responsabilidad Social, y he seguido muchos casos, como cuando anunciaban aceites “sin colesterol” pero que tenían ingredientes que precisamente generaban colesterol en quien los consumiera, o cuando se castigaba a un cliente financiero por atreverse a pagar su deuda antes del vencimiento, cuando ello es un derecho del cliente, o cuando pintaba de amarillo al puré para inducir al público de que era hecho de papa amarilla (de mas valor en el Perú).
La protección al consumidor muchas veces trasciende la mera preocupación técnica, y nos plantea un asunto de ciudadanía. Recuerdo que cuando comencé a conocer derecho del consumidor, en la década de los 90, todo lo relacionaba a lo que estaba a mi alrededor, hasta llegamos con mis amistades de clase de derecho, a organizamos para filmar los engaños que sufrían los consumidores sobre unos productos que se vendían en el centro de Lima, y hacíamos unos “videos hechos en aula” al respecto.
De ello han transcurrido más de 15 años, y en realidad la Ley de Protección al Consumidor peruana acaba de cumplir 18 años, incluso me gusta decir que ahora ha “cumplido la mayoría de edad” en temas de consumidor. Aunque la mayoría de edad no necesariamente implica madurez, es mas bien un momento para reflexionar sobre lo avanzado, sobre los actores que participan, para ver en que estamos bien, en que nos falta avanzar y que debemos enmendar para llegar con mejor paso a la madurez de consumo deseada. Reconocer errores, reforzar ventajas y proponer mayor amplitud de calidad de vida y reconocimiento los derechos.
Y es que los consumidores somos un stakeholder importante, que queremos creer, que queremos confiar y dar confianza, mas el mal comportamiento genera desconfianza y se requiere de un cambio de motor en el vehiculo del emprendimiento, una filosofía que se integre la buena labor en toda la organización, desde la persona que recién ingresa al trabajo hasta aquella que mas tiempo tiene, que no se vea la RS como acciones de mera imagen, sino como acciones que enrumben hacía la calidad y competitividad empresarial, algunas de estas ideas venimos trabajando ahora precisamente en la guía ISO 26000, pues la idea es que nuestro trabajo diario permita paso a paso generar confianza en nuestro entorno, hacía un desarrollo sostenible. Quizás me atrevería a destacar que mucho consiste en hacer nuestro trabajo bien: con visión de eternidad.
Saludos y buena semana.
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Visión de eternidad
Enviat per
F. Xavier Agulló
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jueves, 28 de enero de 2010
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